dilluns, 7 de febrer del 2011

Astrología

Ayer acudí al Centro Uranium a lo que, pensaba, sería una charla sobre astrología. Lo único que conozco -o conocía- acerca de ella era el tema de los horóscopos, de la carta astral y poco más. Unos días antes estuve investigando por Internet para documentarme un poco, y acabé gastando una tarde entera en una página de cartas astrales gratis.

Nunca he sabido qué pensar sobre la astrología. Nunca he creído en los horóscopos de las revistas, más que nada porque -digan lo que digan- los escriben redactores aburridos o becarios asqueados. No me he aprendido las características de los signos más allá del mío ni he llamado a un tarotista para que me lea el porvenir.

Sin embargo, como no me gusta opinar de las cosas hasta que no las conozco -cosa que no quiere decir que a veces no lo haga, claro-, decidí ir a esta conferencia para ver si me explicaban un poco de qué va el rollo astrológico.

Siendo domingo por la tarde no esperaba encontrarme a mucha gente en aquel centro al que nunca antes había ido. Sí que conozco a su propietario, Sirio Simó, porque tiene una casa en Caudiel en la que hacen "retiros" y cursos, y una vez fui a uno de ellos.
 
"La escuela" de Caudiel
Pero me equivoqué. Allí fue entrando más y más gente, tanta que no había sillas para todos y la mitad hubieron de sentarse en el suelo. Me llamaron la atención varios hechos: el primero, que había más o menos la misma proporción de hombres y mujeres, cuando son éstas las más habituales en actos que toquen temas, digamos, espirituales. También me sorprendió la gran variedad de gente que había allí: hombres que superaban los cincuenta años, grupos de amigos que iban por recomendación de uno de ellos, parejas con pintas totalmente corrientes, el típico chico de 25 años que te encontrarías en un concierto de Obrint Pas... es decir, allí cabían todas aquellas personas que lo último que pensaríamos de ellas al verlas por la calle es que están interesados en la astrología.

El chico que impartía el "cursillo" no superaría los 35 años. También era muy estándar, por decirlo de alguna manera. Desde el principio dejó claro de qué iba la cosa: aquello no era una charla, se trataba más bien de una jam astrológica. Cada uno de nosotros teníamos que escribir en un papelito una cuestión que quisiéramos que una determinada carta astral nos respondiera y luego, entre todos, daríamos solución a algunas de ellas utilizando diversos métodos astrológicos.

Ahí ya me asusté un poco. Si yo no tengo ni idea de astrología, pensé. No importaba: en la otra cara del papel deberíamos poner un número del 0 al 5, significando el 0 un nivel nulo de conocimientos astrológicos. Aunque al principio temí ser la única "infiltrada" en aquella reunión de expertos de lo oculto, luego descubrí que había muchos más ceros como yo. Reconfortante.

Me costó tiempo pensar mi pregunta, porque si salía elegida sería interesante tener una respuesta esclarecedora a algo trascendente. Finalmente me decidí por ésta: ¿Hay algo más allá de la ciencia? En fin, no resultó escogida. Se suponía que iba a dar tiempo a tratar varias cuestiones, pero entre todos se enrollaron -digo que se enrollaron porque yo me limité a escuchar sin intervenir- con una pregunta y no dio tiempo a más. Dicha pregunta, elegida por votación democrática, era: ¿Qué lecciones de vida me quedan por aprender?

Ejemplo de carta astral
Para responderla, el conferenciante pidió un conejillo de indias que cediera su carta astral. Un hombre de iniciales M.B. se ofreció voluntario. El primero le calculó su carta astral con un programa informático, y explicó un poco algunos de los significados y simbolismos que contiene. Por ejemplo, señaló que los simbolitos que se encuentran entre los de la luna y el sol en el sentido contrario a las agujas del reloj representan las lecciones de vida que le quedan al alma por adquirir.

Mediante varias técnicas -preguntarle a los planetas de la carta, a los signos del horóscopo, a los aspectos- el conductor y los participantes más experimentados llegaron a las mismas conclusiones. El hombre parecía estar de acuerdo con las interpretaciones de la sala, desde las adivinaciones respecto a su niñez como las de su estado actual.

De la tarde de ayer saqué algunas conclusiones, todas basadas en el poco conocimiento que sigo teniendo de la astrología y en lo que expuso el astrólogo. Aunque me hace falta contrastar informaciones e investigar más, mis primeras impresiones son éstas:
  1. La astrología no es una ciencia "adivinatoria", sino interpretativa. No precide un futuro exacto, sino que da pistas sobre el comportamiento de las personas o de las sociedades atendiendo al movimiento de las energías del universo. Igual que los cambios de estaciones nos afectan psicológicamente, las interacciones energéticas del cosmos nos condicionan en cierto modo. 
  2. Mediante el conocimiento de las cartas astrales futuras se puede predecir a grandes rasgos aquello que va a suceder. Desde cuánto durará la rebelión en Egipto hasta cuándo saldremos de la crisis. Según el astrólogo -algo que fue secundado por otros asistentes-, todas las revoluciones, los cambios de paradigma, las guerras, etcétera, han sucedido bajo unos mismos patrones planetarios. 
  3. La astrología parece más interesante desde el objetivo de conocerse a uno mismo que desde la pretensión de adivinar nuestro porvenir. La astrología nos ofrece soluciones a problemas y a comportamientos que no deseamos seguir teniendo; nos abre caminos cuya existencia no habíamos contemplado. Por lo que pude comprobar ayer, en este punto es tremendamente exacta. 

De momento dejaré el tema astrológico algo apartado, porque entre el reiki y la PNL voy más que servida. Pero lo retomaré en un futuro, porque me parece un tema muy interesante (y, todo hay que decirlo, sobre el que, creo, recaen muchas críticas y falacias producto del desconocimiento).

¡Hasta más ver!