dimarts, 30 de novembre del 2010

La Programación Neurolingüística

Conocí la Programación Neurolingüística hace poco más de un año. Bueno, en realidad eso no es del todo cierto. La primera vez que oí sobre la Programación Neurolingüística (PNL) fue hace unos diez años, cuando mi madre se apuntó a un curso que le ocupaba un fin de semana al mes y en el que, según me dijo, iba a aprender técnicas de hipnosis (algo que, para mí en esa época, sonaba fascinante, y que ahora he podido corroborar que lo es). Ella quedó impresionada con la formación y, cuando me hice más mayor, me recomendó encarecidamente que yo también la siguiera. Actualmente estoy cursando el segundo curso de PNL (el primero fue el Practitioner; éste, el Master) en l'Escola de Vida, con la fantástica profesora María Clavel.

Siempre aconsejaré a cualquier persona los cursos de PNL o, al menos, la lectura de libros que desarrollen sus enseñanzas. De hecho, si yo fuera ministra de educación ordenaría la creación de una asignatura en el colegio o en el instituto que se dedicara a enseñar PNL. Si el primer curso ya me ayudó a crecer personalmente y a cambiar mi visión del mundo que me rodea, el segundo está suponiendo para mí una auténtica revelación. La PNL es un arte que aglutina muchísimas vertientes de la vida: la comunicación, la educación, la autoestima... y la vida misma. La PNL enseña a vivir conscientemente y con excelencia.



¿Y qué es la PNL? 

    La PNL puede definirse de múltiples maneras. Esta descripción lo hace muy adecuadamente:

    La PNL es el estudio de la estructura de la experiencia subjetiva.

    ¿Qué quiere decir eso? Voy a explicarlo por fases. Empezaré diciéndoos que la PNL se asienta sobre algunas presuposiciones que describen cómo nos comunicamos y nos capacitan para practicar el modelo de comunicación penelístico. Algunas de las presuposiciones son éstas:

    • La naturaleza del universo es el cambio.
    • Nuestras conductas siempre tienen una intención positiva.
    • Las personas siempre realizan la mejor elección posible en el momento de su decisión y para ello se basan en los recursos entonces disponibles.
    • El mapa no es el territorio. Nuestra representación interna del mundo no es el mundo mismo, sino únicamente una representación reducida. Actuamos basándonos no en lo que nos ocurre, sino en nuestra percepción de lo que nos ocurre. Cada persona desarrolla su propio mapa a partir de lo que interpreta de lo que sucede.
    No hay hechos, sólo interpretaciones. (Nietzsche)
    • No existe nada bueno ni malo intrínsecamente, es el pensamiento el que lo hace tal. 
    • Es imposible no comunicarse.
    • El 93% de la comunicación es no verbal.
    • Nos comunicamos desde dos niveles: consciente e inconsciente.
    • La resistencia del otro para comprendernos indica nuestra inflexibilidad como comunicadores. La flexibilidad es indispensable para sentirse seguro en las relaciones.
    • Cada uno está a cargo de su mente y, por tanto, de sus resultados.
    La experiencia subjetiva de la que hablaba antes es la percepción que cada uno de nosotros tiene del mundo. La PNL ayuda a quien la practica a ampliar su visión del mundo, a aumentar sus niveles de percepción y a establecer más conexiones neuronales que faciliten el pensamiento y la agilidad mental. 
    Un mapa no es el territorio que representa, pero cuanto más rica y correcta sea esta representación su estructura se asemejará más al territorio y éste nos mostrará más opciones para movernos en él. (Alfred Korzybski)
    Asimismo, la PNL estudia la estructura del lenguaje y la manera en que lo utilizamos para comunicarnos con los demás y con nosotros mismos. Para ello utiliza herramientas como el metamodelo del lenguaje (del que hablaré en posteriores entradas) y las submodalidades, que son maneras preferidas por los hablantes para comunicarse y que dan información sobre qué canal perceptivo explotan más: el visual, el auditivo o el cinestésico.

    Para entender mejor las diferentes funciones de la PNL, dividiré el término en sus partes y adjuntaré sus respectivas explicaciones:

    1. Programación: se refiere a nuestros hábitos y pautas de comportamiento. Nuestros programas se configuran por patrones de pensamiento y conducta en los que influyen nuestras creencias y valores. Dependiendo de nuestros programas obtendremos unos u otros resultados. La PNL reprograma nuestra mente para alcanzar el éxito en cualquier objetivo que nos propongamos.
    2. Neuro: hace referencia a nuestra neurología, a nuestros sentidos y a la forma en la que los utilizamos. La PNL propone un incremento de la conciencia sobre nuestro sistema neurológico para que podamos gestionar mejor la manera en que la información del territorio llega a nosotros y queda archivada en nuestra memoria.
    3. Lingüística: la forma en que utilizamos el lenguaje es muy importante, más de lo que podamos creer a veces. La PNL se centra en gran medida en aumentar la conciencia sobre las palabras que empleamos para describir nuestra experiencia subjetiva. Además, observando el lenguaje de las personas podemos obtener información muy valiosa sobre sus procesos de pensamiento y sobre sus creencias, valores y comportamientos habituales.
    Los fallos de la comunicación suelen producirse porque las palabras tienen distintos significados para las distintas personas.
    Aunque la PNL es una disciplina que lleva desarrollándose casi cuarenta años, ha sido en los últimos cuando ha adquirido mayor reconocimiento y prestigio. Un curso de PNL en el currículum supone un valor añadido a cualquier carrera. Las empresas contratan a formadores de PNL para aumentar el rendimiento de sus empleados y dotarles de herramientas más eficaces de comunicación. Y, sobre todo, muchísimas personas interesadas en el desarrollo personal acuden a la PNL para mejorar sus habilidades sociales, comunicativas, financieras... y de todo tipo.

    La PNL te hace consciente de que eres el responsable de TODO lo que sucede en tu vida. Ésta es una información que mucha gente preferiría no saber, ya que en cuanto saben esto la queja y el echar la culpa a los demás deja de tener sentido. Sin embargo, con el tiempo es liberador: significa que dispones de todas las herramientas para cambiar, porque no dependes de circunstancias externas. Tú eres quien evalúa, gestiona y soluciona cualquier situación, y ya que lo vas a hacer de todas formas, ¿por qué no conscientemente?

    Son tus decisiones, y no tus circunstancias, las que determinan tu propio destino. (Anthony Robbins)

    Para acabar, un vídeo que ayuda a comprender un poco más qué es esto de la PNL (apunto que no estoy del todo de acuerdo con lo que dice Elvira García, la protagonista del documento, sobre que la PNL es un "sistema terapéutico": no es sólo eso).



    Iré escribiendo más sobre PNL, porque sé que es un modelo magnífico para guiar nuestras vidas y mantenernos en el camino de la mejora constante. Además, es muy divertida y útil y, aprendiéndola, puedes conseguir que la vida sea una aventura y un descubrimiento continuo.

    Hasta la próxima!


    dissabte, 27 de novembre del 2010

    La biología de la creencia

    No hace mucho tiempo me encontraba yo por los pasillos de la librería de El Corte Inglés en busca de una novela, titulada Soy un gato, cuya portada me había llamado mucho la atención en el FNAC. Después de mucho indagar por las estanterías de literatura extranjera y novedades conseguí encontrarla, pero no me la compré porque los 28 euros que cuesta pueden esperar a que acabe con La tía Julia y el escribidor, de Vargas Llosa, historia que llevo leyendo desde antes de verano y que aparto en pro de otras lecturas más en la línea de este blog.

    Y como para la adquisición de literatura de autoayuda -prometo encontrar un término que suene mejor- no hay límites de precio ni montañas de libros en mi escritorio que valgan, al final salí de aquella librería con dos nuevas lecturas. La primera se titula En defensa de la felicidad y está escrita por el monje budista Mathieu Ricard. Ya llevaba tiempo queriendo leer algo de este tipo, cuya existencia conocí gracias a uno de los documentales de Redes, programa que está dirigido, como sabréis, por el científico divulgador Eduard Punset. El otro libro, del que quiero hablaros hoy, lleva el nombre de La biología de la creencia y su autor es el doctor Bruce H. Lipton, un biólogo estadounidense que, tras impartir clase de biología convencional en diversas facultades durante años, realizó un descubrimiento que hizo cambiar su visión respecto de la ciencia, los científicos, las creencias que tenemos las personas... y, en fin, sobre muchos temas más.

    Ese descubrimiento, que Lipton explica en un lenguaje asequible para aquellos que, como yo, no entendemos demasiado de ciencia -todavía-, es a la vez sencillo y relevador: el cerebro de la célula es su membrana, y no el núcleo como todos los científicos habían supuesto hasta entonces -y, según lo que he extraído de este libro, es lo que aún suponen o, quizá, aún sostienen aun siendo conscientes de que no es así-. Como la membrana contiene proteínas y éstas cambian por influencia del entorno, Lipton expone mediante una serie de conexiones lo este hallazgo significa: nada más y nada menos que nuetro destino biológico no depende de los genes, sino del entorno. Así, con nuestra mente y con lo que sucede fuera de nuestro cuerpo podemos llegar a influir en nuestra genética, a moldearla, a cambiarla para nuestro beneficio.

    Puesto que los receptores pueden percibir campos de energía, la idea de que tan sólo las moléculas físicas pueden tener efecto sobre la fisiología celular está desfasada. El comportamiento biológico puede ser controlado por fuerzas invisibles, entre las que se incluyen los pensamientos. (Bruce Lipton)

    Sin duda, ésta una teoría que desafía la gran mayoría de dogmas científicos que conocemos hasta ahora. A su vez, da credibilidad a la medicina tradicional, oriental y alternativa (prácticas como el reiki, basada en los campos de energía, o como la acupuntura). Si con nuestros pensamientos podemos, incluso, influir en nuestra salud, ¿para qué sirven los médicos o las medicinas? ¿Silenciar e ignorar este descubrimiento es una estrategia de las farmacéuticas para seguir haciendo de la salud un negocio? Cuestiones como éstas se plantean en La biología de la creencia. Yo aquí no voy a contaros toda la película y a destaparos el pastel: si queréis saber más, el libro no es muy caro y yo puedo prestarlo a los interesados.

    Utilizar las drogas recetadas para acallar los síntomas corporales nos permite desentendernos de cualquier relación que pudiéramos tener con el desencadenamiento de dichos síntomas. El uso excesivo de medicamentos nos proporciona un medio para deshacernos de la responsabilidad. (Bruce Lipton)

    Lipton también habla de la necesidad de aunar la biología y la física cuántica, ciencia que trabaja con la energía que, según el autor, nos conforma a todos y a todo. También hace hincapié en la importancia de ser conscientes de nuestras creencias y pensamientos, ya que éstos influyen directamente sobre nuestra fisiología.

    Muy interesante es la idea que expone sobre la formación de nuestros genes -que luego pueden ser modificados- durante nuestra estancia en el vientre materno y a lo largo de nuestros cuatro o cinco primeros años de vida. Según Lipton, los padres tienen una gran responsabilidad en cuanto a los pensamientos, creencias y comportamientos que desarrollan mientras sus hijos se crían, pues estos modelos son los que quedarán grabados en sus genes para siempre -a no ser que, de adultos, tomen conciencia de ellos y resuelvan variarlos-.

    Los niños necesitan un ambiente favorable para activar los genes que les proporcionarán un desarrollo cerebral saludable. Los padres, según revelan los últimos estudios científicos, continúan actuando como ingenieros genéticos después incluso del nacimiento de su hijo. (Bruce Lipton)

    Otro apunte que me pareció sorprendente es que, según esta nueva teoría, los niños adoptados no son como folios en blanco que los padres adoptivos pueden rellenar desde la primera línea. Estos niños llegan con creencias, información y vivencias que sus nuevos padres quizá nunca conozcan y que, muy probablemente, influirán en sus vidas. ¿Qué deberían hacer estos padres? Quizá sería mejor dejar este tema para otro día. Antes de cerrar la entrada de hoy, quisiera también dejar plasmado algo que ha dicho hoy mi profesora de Programación Neurolingüística (PNL), y es que hay estudios que demuestran que muchos niños de orfanato tienden a desvalorizarse -de pequeños o de mayores- más que los que han crecido con padres o tutores; suelen no sentirse bienvenidos ni merecedores de amor o de riqueza.

    Ahí queda eso, que da para un largo debate y otras muchas más entradas.

    dimarts, 23 de novembre del 2010

    La importancia de agradecer

    Recuerdo cuando era pequeña y deseaba ser mayor. Tenía ansias por crecer, ser independiente y hacer lo que me diera la gana sin dar explicaciones a nadie. Veía a los mayores como seres libres y despreocupados, que conducían su vida como les placía.

    Mi momento de crecer y de ser adulta llegó hace ya unos años, aunque no ha sido hasta hace algunos meses cuando he comenzado a experimentarlo más intensamente. Me he ido a vivir a una casa en la que no están ni mi madre ni mi padre, así que me he convertido en la encargada de una serie de tareas que antes ni olía: ahora cocino, limpio y me pago mis caprichos (para lo cual he tenido que trabajar, ahorrar y seguir trabajando ahora, de vez en cuando). Estoy segura de que no es casualidad que, desde hace unas semanas, eche de menos mi infancia y todo lo que ésta comportaba.

    Añoro la despreocupación (sí, la misma que se suponía que caracterizaba a los adultos), la falta de obligaciones y de planificación, el delegar cada decisión en mis padres... Por otra parte, me recrimino inconscientemente no haber sabido valorar del todo la infancia cuando la estaba atravesando. Aunque sé que es difícil, me habría gustado ser más consciente, en ese momento, de que estaba pasando por una etapa dulce y que nunca volvería.

    Entonces... ¿no me convendría ser consciente ahora de lo que estoy viviendo? ¿No sería bueno para mí vivir el presente, sin echar de menos lo pasado ni anhelar un futuro todavía incierto? Está claro que no puedo volver a ser una niña y, con lo que sé ahora, volver a vivir mi infancia de manera, si no más plena, más consciente. Sin embargo, sí que puedo aprender a disfrutar totalmente de mi vida presente: puedo aprender a valorar lo que tengo en estos momentos.
    Los niños no tienen pasado ni futuro, por eso gozan del presente, cosa que rara vez nos ocurre a nosotros. (Jean de la Bruyère)
    Los humanos hemos adquirido la costumbre de perdernos en reflexiones sobre el pasado y de tramar planes para el futuro. Las más de las veces, incluso, no somos conscientes de que estamos dando vueltas una y otra vez a los mismos temas sin sacar conclusiones valiosas o enseñanzas útiles. Como dice la sentencia popular, lo hecho, hecho está: exprimir experiencias pasadas no sirve para nada si no obtenemos, con ello, una ganancia positiva (porque también hay ganancias negativas).

    Lo único que tenemos es el momento presente. Como me ha dicho hoy una amiga, momento presente, momento maravilloso. Es común en las personas valorar algo cuando ya ha pasado. Para mí, un gran ejemplo son los viajes. Cuando estoy viajando disfruto muchísimo de lo que veo y de lo que oigo, y me da igual recorrerme calles y calles sin apenas descansar: no noto el cansancio hasta que llego a casa, días después, y la fatiga acumulada me sobreviene. Viajar es, para mí, un placer insustituible. Sin embargo, me he dado cuenta de que el recuerdo de cada viaje es mucho más hermoso que la experiencia misma: ver fotos y rememorar anécdotas ocurridas durante ellos me hace valorar verdaderamente cada momento del periplo. Por lo general, pienso que valoramos más lo pasado, incluso lo futuro, que lo que nos ocupa en el presente.
    Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo. (Proverbio árabe)
    La mala noticia es que el camino para centrarse en el presente y valorar lo que tenemos no es ni rápido ni sencillo. La buena es que hay muchísimas maneras de emprenderlo y de llegar al final (si es que lo hay). Un ejercicio fácil, bonito y que nos ayuda a tomar conciencia es el siguiente:

    • En una pequeña libreta que te guste, escribe cada día -o, al menos, cuatro días a la semana- cinco cosas que agradezcas. Pueden ser relativas tanto a ti mismo, como a los demás, como a la vida. Por ejemplo, puedes agradecerte a ti mismo haber aprobado un examen, o tener la capacidad para haberlo aprobado. También puedes agradecer a tu pareja el mensaje que te ha enviado para desearte los buenos días (recuerda que la libreta es para ti y nadie más va a leerla a menos que tú quieras, pero sólo el hecho de agradecer algo por escrito ya te hace más consciente y más hábil en la valoración). Por último, puedes agradecer a la vida el haber diseñado el árbol que te ha dado sombra esta tarde mientras esperabas a coger el autobús.

    Agradecer lo que tenemos ahora en lugar de machacarnos la cabeza echando de menos lo que ya sólo es recuerdo nos conecta con el presente y nos facilita la labor de valorar cada segundo de nuestra existencia.

    Yo ya he comenzado a hacer los deberes. Mi lista de hoy, 23 de noviembre de 2010, es ésta:
    1. Agradezco la libertad que me da vivir independiente.
    2. Agradezco tener amigos que cuentan conmigo cuando hacen planes.
    3. Agradezco poder estudiar una carrera.
    4. Agradezco tener dinero para poder comer cada día.
    5. Agradezco disponer de una bicicleta con la que poder desplazarme.
    Espero que os sirva. ¡Hasta la próxima!



    divendres, 19 de novembre del 2010

    Una leyenda hindú


    Una vieja leyenda hindú cuenta que hubo un tiempo en que todos los hombres eran dioses. Abusaron tanto de su divinidad que Brahma, el dios supremo, decidió quitarles el poder divino y esconderlo en un lugar inaccesible. El gran problema fue, pues, encontrarle un escondite.

    Cuando los dioses menores fueron convocados para resolver este problema, propusieron lo siguiente:

    -Enterremos la divinidad del hombre en la tierra.

    Entonces, los dioses replicaron:

    -No, eso no será suficiente. Cavará y la encontrará.

    Entonces, otros propusieron:

    -Tiremos la divinidad al más profundo de los océanos.

    Brahma contestó:

    -No, pues tarde o temprano el hombre explorará las profundidades de todos los océanos y seguramente la encontrará y la traerá a la superficie.

    Entonces, los dioses menores concluyeron:

    -No sabemos dónde esconderla. Parece no existir, ni en la tierra ni en el mar, lugar alguno en que el hombre no pueda descubrirla un día.

    Y Brahma dijo:

    -Esto es lo que haremos con la divinidad del hombre: la esconderemos en lo más profundo de sí mismo. Será el único lugar donde nunca se le ocurrirá buscarla.

    Desde la noche de los tiempos -concluye la leyenda-, el hombre ha dado la vuelta a la tierra, la ha explorado, escalado, navegado y cavado, a la búsqueda de "algo" que se encuentra en él mismo.

    Eric Butterworth

    dimarts, 16 de novembre del 2010

    Análisis Transaccional, primera parte

    Todos nacemos príncipes y princesas. Todos tenemos un cierto potencial humano que podemos desarrollar. Yo soy responsable de mi vida y decido, para bien o para mal, lo que es bueno para mí y lo que hago con ella. (Eric Berne)
    Estas palabras, pronunciadas por Eric Berne, psiquiatra estadounidense del Análisis Transaccional, me sirven para empezar esta entrada con una reflexión. ¿Quién es el creador de tu vida? ¿Tienen otras personas el poder de cambiar la orientación de tus objetivos? ¿Cómo afectan los mensajes del entorno a tus reacciones y a tu comportamiento?

    Según Roberto Kertész, prestigioso analista transaccional argentino, el Análisis Transaccional es "por una parte, una teoría de la psicología individual y social y, por otra, una filosofía de vida, una toma de posición en cuanto al ser humano, y un conjunto de técnicas de cambio positivo".

    Aunque se le suele asociar al Psicoanálisis freudiano, Eric Berne siempre defendió la independencia escolástica de su sistema. A diferencia del Psicoanálisis, que estudia la psique humana, el Análisis Transaccional se centra en el análisis de las transacciones, es decir, los intercambios de estímulas y respuestas entre individuos. A Berne le interesaba lo social más que lo individual, si bien su modelo se ha utilizado y se utiliza para acelerar el desarrollo personal de mucha gente.

    Una de las principales características del Análisis Transaccional es que es diagramable: sus conceptos teóricos pueden representarse mediante gráficos sencillos, como éstos:


    En este diagrama quedan representadas las que, según el Análisis Transaccional (AT), son los tres estados del Yo: el Padre, el Adulto y el Niño. Todos ellos, en mayor o menor medida y dependiendo del contexto, configuran la personalidad de cada uno de nosotros.

    • El Padre: contiene las normas, valores y modelos de conducta que hemos aprendido o adquirido a lo largo de nuestra vida. Nos indica lo que debemos hacer. Puede ser crítico (órdenes como "ponte a estudiar", refranes y tradiciones como "la letra con sangre entra") o nutritivo ("voy a prepararte un vaso de leche", "ya lo hago yo, que tú no sabes").
    • El Adulto: el adulto analiza sin que las emociones intervengan, es racional y responde al estímulo de forma objetiva y mecánica. Sabe lo que le conviene y saca posibilidades de solución de cada problema.
    • El Niño: una persona actúa desde su niño cuando piensa, siente, habla o actúa como lo hacía en su niñez. El niño hace lo que quiere, lo que le gusta. Puede ser libre cuando actúa desde la espontaneidad; sumiso cuando obedece o cuando se le desvaloriza y rebelde cuando desafía, provoca o compite.

    Es importante que conozcamos las partes de nuestro Yo para reconocer desde qué estado salimos en cada situación y para adquirir mayores habilidades de respuesta. El AT nos ayuda a darnos cuenta de los canales que utilizamos normalmente para comunicarnos con los demás, y nos facilita el "salir del embrollo" cuando nos encontramos atrapados en una comunicación infructuosa.

    El AT ha analizado dos de las prácticas comunicativas más comunes: la exclusión y la contaminación. En la primera, una o varias partes del Yo está anulada y solapada por las restantes. Por ejemplo, alguien que pierde de vista al Adulto y al Niño criticará constantemente desde el Padre Crítico, o bien se obcecará en sobreproteger a terceros. En la contaminación, cierta información proveniente del Padre o del Niño se cuela en el Adulto y éste pretende defenderla mediante criterios seudocientíficos. Una contaminación del Padre sería, por ejemplo, "no quiero mezclarme con negros porque son inferiores a mí": el Adulto no se preocupa de analizar esta frase y la argumenta con discursos propios del colonialismo. En cambio, decir "nací con mala suerte" demuestra una contaminación desde el Niño: es una superstición.

    Si somos conscientes de cada posición del Yo y aprendemos a utilizarlas todas, podremos dirigirnos a la parte del Yo del otro que nos interese. Además, sabremos desde qué posición nos están hablando los demás y seremos capaces de dirigir la comunicación para que beneficie a todos los participantes.

    Es imposible no comunicarse.

    Las transacciones  son el flujo de la comunicación, y se producen tanto a nivel explícito (verbal y no verbal) como psicológico. Hay muchos tipos de transacciones: por ejemplo, en la transacción simple complementaria un estado emite un estímulo, que el interlocutor responde desde el mismo estado y que se recibe por el estado que la envió. Para verlo más claro, un diagrama:

    En la transacción ulterior angular hay manipulación: el emisor dice algo que la parte inconsciente del receptor lee de manera que su respuesta, que debería provenir del estado que ha sido apelado, llegará de una tercera posición:

    Imaginad que en este último diagrama el sujeto A está viendo como el sujeto B devora un sándwich del que rebosa el queso, la mantequilla y el jamón de york. Su Niño pronuncia: "Qué buena pinta tiene tu sándwich". El estímulo social se dirige al Niño del otro, pero el estímulo psicológico viaja directamente al Padre del sujeto B; le está diciendo: "Dame un poco". El Padre Nutritivo le dará, así, la mitad del bocadillo.

    La respuesta del sujeto B desde su Niño habría sido continuar comiéndose su sándwich de forma impasible y dejar al sujeto A con la baba goteando.

    Como resumen de esta entrada cuya información ampliaré en posteriores entregas, un vídeo explicativo:



    También he encontrado un vídeo interesante que analiza los estados del Yo en relación al maltrato a la mujer:

    dijous, 11 de novembre del 2010

    La respiración para alcanzar la conciencia

    Los que hayáis leído la primera entrada de este bitácora quizá os hayáis quedado con las ganas de profundizar un poco más en los caminos que llevan a la conciencia. Seguidamente explicaré algunas de las tácticas que a mí me sirven para conectarme, poco a poco, con mi interior.

    Osho, gran maestro espiritual indio
    El primer paso que te conviene dar si has decidido aumentar la conciencia en tu vida es, ni más ni menos, reconocer que eres inconsciente, o, como dice Osho, que estás "dormido": Si uno se convence de que está verdaderamente despierto, entonces ya no tene sentido hacer ningún esfuerzo por despertar.

    A lo mejor piensas que no estás dormido, así que voy a demostrarte que lo estás. Para que lo veas claro, piensa en un episodio rutinario, como por ejemplo los minutos que empleas en caminar de tu casa a la universidad o a tu lugar de trabajo. ¿Cómo concibes ese trayecto, como un fin en sí mismo o solamente como un medio? Seguramente sólo quieres alcanzar tu destino, y te preocupas porque estás llegando tarde o porque no te ha quedado más remedio que caminar al haber perdido el autobús. Al verlo como un medio inevitable y necesario para llegar a algún lugar, te pierdes todo lo que ese camino te está ofreciendo. El paisaje, la gente con la que te cruzas, los sonidos de la ciudad, el aire fresco... y lo que es más grave: te pierdes a ti mismo. Porque ¿cuántas veces, en esos paseos, te has aislado de tu conciencia colocando unos auriculares en tus oídos? No quieres estar contigo: no quieres estar solo. Como cuando no hay nadie más en casa y enciendes el televisor para sentirte acompañado y no encontrarte cara a cara contigo mismo.

    La conciencia exige un encuentro contigo mismo. Necesita que todos tus sentidos vayan en la misma dirección. Necesita que, hagas lo que hagas, valores esa actividad en sí misma y no como un paso insalvable para conseguir un objetivo mayor.

    Tu camino de vida deja de ser una aventura y se reduce a una necesidad obsesiva de llegar. (Eckhart Tolle)

    Te propongo un ejercicio, el primero tanto de esta entrada como del bitácora. Ahora que estamos en época de mandarinas, aprovecha cuando bajes a la frutería y compra unas cuantas para almorzar o merendar. Acomódate en una estancia en la que estés seguro de que nadie va a interrumpirte. Coloca las mandarinas delante de ti y coge la primera. Con tus manos, nota la textura rugosa de su piel; tu nariz se concentra en el aroma dulce y ácido del cítrico; tus ojos se fijan en su color naranja moteado. Ahora comienza a pelarla, y sé consciente de cada movimiento que hacen tus dedos para ello. Llévate a la boca el primer gajo, e imagina cómo cada una de sus células explota en tu paladar. Permanece atento durante todo el proceso. Come conscientemente.

    Cuando hayas acabado, pregúntate en qué ha mejorado tu experiencia del comer mientras practicabas el ejercicio. ¿Has notado más intensamente la gama de sabores del alimento? ¿Te has sentido más conectado con tu cuerpo? ¿Te has sabido responsable de cada una de tus extremidades, de tus órganos y de tus sentidos?

    Es posible que nunca hayas prestado tanta atención a una actividad. También es posible que, durante esta práctica, tu mente se haya escapado del momento presente en varias ocasiones. No te preocupes, no te culpes: has vivido durante años de forma inconsciente, y todavía necesitas acostumbrarte a una nueva forma de funcionar. Lo más importante es que, si has decidido despertar, no desistas: persevera. Cuando descubras a tu mente viajando por cualquier otra esfera que no sea en la que te encuentras en el momento presente, tráela al aquí y ahora. Educa y doma a tu mente.

    El primer paso hacia la conciencia es prestarle mucha atención a tu cuerpo. (Osho)

    La manera más sencilla para comenzar a vislumbrar la conciencia y la más recomendada por los maestros que ya lo han conseguido es la concentración en el propio cuerpo. La herramienta más poderosa para conectarnos con nuestro yo físico es la respiración. Al centrarnos en nuestra respiración dirigimos toda la atención hacia nosotros mismos. La respiración nos une a la fuente primaria de la vida, porque sin respirar no podríamos vivir. Respirar conscientemente sirve para energetizarnos a la vez que para relajarnos. Cuando somos conscientes de la respiración, las cargas desaparecen y los pensamientos se diluyen. Con tanta actividad mental nos olvidamos de respirar.

    Si entiendes el inglés, puedes iniciarte en la respiración consciente con el siguiente vídeo. Siéntate cómodamente o túmbate, cierra los ojos, relájate y disfruta.



    ¿Recuerdas el primer ejemplo que puse sobre tu inconsciencia, sobre tu estado de somnolencia actual? Sí, el de caminar hacia la universidad enfocándote solamente en el llegar. Pues bien, también puedes aprovechar esos momentos para establecer un vínculo cada vez más resistente entre tu yo presente y tu conciencia eterna. Te propongo el ejercicio de caminar de manera consciente:

    "Caminar ofrece una maravillosa oportunidad para disfrutar de algunos momentos de sencilla conciencia-en-movimiento. Tómate algún tiempo para caminar.
    Fíjate en cómo estás caminando -velocidad, ritmo, etc.-. ¿Dónde sitúas tu atención habitualmente cuando caminas, en problemas internos o externos? ¿Cómo utilizas tu cuerpo? Tal vez necesites ralentizar un poco el paso, a fin de conseguir que tu atención se centre más en tu cuerpo, al tiempo que sigues presente en el mundo que te rodea. Fíjate en si sientes tensión en cualquier parte de tu cuerpo al caminar. Adquiere el deseo y la intención de expulsar la tensión. Deja que tu cuerpo se ajuste a sí mismo. Juega un poco con tu caminar, exagera el contoneo de tus caderas, el balanceo de tus hombros, etc. Permite que tu cuerpo encuentre un ritmo y una manera de caminar tan sólo un poco más elegante y menos forzada de lo habitual; camina con economía, facilidad y sensualidad.
    Sé consciente del sentido de la armonía y el equilibrio, a medida que tu cuerpo va haciéndose cargo de la relación entre la atracción de la tierra hacia sí por medio de la gravedad y el sólido soporte que te ofrece para que mantengas tu cuerpo y tu cabeza apuntando hacia el cielo.
    Mientras continúas andando observa dónde decae tu atención. Fíjate en cómo tu atención pasa de una cosa a otra. Distingue el punto de transición en el que tu atención pasa de un objeto a otro. Si te das cuenta de que te has distraído, vuelve al caminar consciente, al estar en el cuerpo, al disfrute del proceso por sí mismo, al descanso y la respiración, al deleite en lo que ves, oyes, sientes y hueles." (Peter Wrycza, "Darse cuenta")

    Otra muy buena manera de comenzar a fusionarnos con nuestro interior es practicar la respiración consciente cuando mantenemos una conversación con alguien. Céntrate en tu respiración tanto cuando la otra persona se dirige a ti como cuando tú te diriges a ella. Para facilitarte la jugada te vendrá bien buscar una postura cómoda y relajada que elimine cualquier tensión de tu cuerpo. Lo más práctico para explorar el recurso de la respiración en la interacción con otras personas es comenzar con conversaciones cortas, de tres a cinco minutos. Elige a alguien y, si quieres, adviértele del experimento que vas a realizar. Durante ese período de tiempo mantente atento a tu respiración y, a la vez, intenta captar la del otro. Nota el aire que exhalas mientras hablas y el que inhalas cuando callas. Observa cómo mejora la comunicación y cómo entiendes mejor el mensaje que la otra persona te quiere transmitir. Respirar conscientemente, además de conectarte contigo mismo, te conecta con el otro, crea un contexto de empatía y acompañamiento.

    Hay una circulación común, una respiración común. Todas las cosas están relacionadas. (Hipócrates)

    Adquirir el hábito de la respiración consciente es cuestión de práctica. Una vez integrado, pasa a formar parte de nuestras competencias inconscientes: sale solo. Así, estamos más cerca de alcanzar la conciencia plena.

    Así que ya sabes, ¡a practicar!