dimecres, 8 de desembre del 2010

El matrimonio y el pan

Érase una vez un matrimonio. Desde que se casaron y comenzaron a vivir bajo el mismo techo, mantuvieron el hábito de comer y cenar juntos aunque les fuera difícil hacer coincidir sus horarios.
Cada vez que se sentaban a la mesa, el marido cogía la barra de pan y la partía en tres trozos. Él se quedaba los picos y le daba el medio a la mujer. "Se queda los picos porque están mejores", pensaba ella. Pero no le decía nada. 
Pasaban los años y el marido continuaba con la vieja costumbre de partir el pan el tres trozos, quedarse los picos y darle el centro a su mujer. En menos que canta un gallo se plantaron en los cincuenta años de casados, y el matrimonio se vio celebrando sus bodas de oro.
 "Hoy es el día en que me dará los picos del pan", se dijo la mujer. Llegó la hora de la comida y, bajo la disimulada mirada de su esposa, el marido tomó el pan entre sus manos. Como siempre, lo partió en tres trozos. La mujer estaba convencida de que, esta vez, los picos serían para ella...
Y sin embargo su marido repitió la misma rutina de siempre: se quedó con los picos y le cedió el medio del pan a ella. "Hombre, en el día de nuestras bodas de oro ya podrías haberme dado a mí los picos, ¿no?", preguntó la mujer, dolida.
Entonces él la miró, desconcertado. Mudo, le pasó los picos del pan arrastrándolos lentamente sobre el mantel. Al cabo de unos segundos, el marido musitó: "Durante todos estos años te he estado dando la parte del medio porque era la que más me gustaba". 
¿Interpretar o corroborar? ¿Callar o comunicarse?

(La fuente de este cuento es desconocida. Agradezco a mi madre que me lo haya contado).

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