dilluns, 10 de gener del 2011

Yo también quiero hablar de la Navidad

Se han acabado las Navidades. Para algunos este hecho implica una tregua del consumismo, hasta el año que viene. Para la mayoría, en cambio, el final de las Pascuas significa el inicio de las rebajas, un acontecimiento nacional (si no mundial) que bien podría considerarse ya una fiesta más en España.

Desde que tengo unos diez u once años he comprado regalos en Navidad. Para mis padres, para mi hermano, para mis amigos... Los primeros años era fácil, porque nunca antes había regalado nada a esas personas y tenía más ideas que dinero para gastar. A medida que pasaba el tiempo, sin embargo, la inventiva se extinguía y acababa recurriendo a soluciones de última hora, de ésas que sabes que no apasionarán al receptor del regalo o que, incluso, querrá cambiarlas. Regalos sin alma, sin personalidad, fútiles objetos vacíos que sólo sirven para alargar la lista de posesiones materiales. Ésas que, en teoría, nos dan la felicidad, o contribuyen a ella.


Educados como estamos en la sociedad del consumismo, no debería extrañarme lo que he presenciado hoy. Como cada lunes, he colaborado con un programa de radio, V-7. El tema del día planteaba una pregunta: qué es para ti tener éxito en la vida? Reconozco que me he asombrado cuando los oyentes, llamando por teléfono y conectándose al Facebook, respondían uno tras otro lo mismo: tener dinero y hacer lo que me dé la gana. Después de oír la misma respuesta sin cesar, durante la llamada de una mujer he hablado: el dinero no da la felicidad. Un tópico, sí, pero es algo en lo que creo firmemente. Pero ayuda a conseguirla, ha dicho ella. Yo he expresado mi desacuerdo y, entonces, otro colaborador del programa ha intervenido: con dinero, todo se puede comprar.

¿Ah, sí? ¿También la felicidad? ¿El amor, la salud? ¿Cuántos ejemplos de ricos y famosos conocemos en los que éstos, a pesar de que lo tenían todo, han acabado suicidándose, drogándose, peleándose con su familia o arruinándose? Creo que, hasta esta mañana, no era consciente de cuán enfermizo es el pensamiento general de la sociedad, que se podría basar en que cuantas más posesiones y dinero tienes, más feliz y exitoso eres. En Occidente, tener = ser. Si no tienes, no eres nadie. Por eso debes comprar, consumir, gastar, aunque no necesites. Compra regalos, aunque a quien regalas lo tenga todo o no te haya informado sobre sus gustos, porque es tradición y si no lo haces quedarás como un tacaño. Cómprate ropa en las rebajas, aunque tengas el armario lleno a más no poder, porque es costumbre y tu ropa se ha pasado de moda. ¿Te ha hecho eso más feliz? ¿Has salido de la tienda habiendo incrementado tu medidor de bienestar?

Otras culturas nos enseñan que no hay que complicarse tanto la vida. Para ellas, tener no es igual a ser; más sencillamente, ser = ser. Cuando viajamos a países subdesarrollados o en vías de desarrollo nos asombramos al ver la sonrisa imperturbable en la cara de los niños o la hospitalidad y la generosidad de los adultos, así vivan sin televisor o comiendo dos veces al día. La felicidad no se basa en la abundancia material: ésta es una mentira que nos han inculcado desde que nacemos y que tenemos que superar. La felicidad se fundamenta, más bien, en la abundancia espiritual, en el autoconocimiento, en la estabilidad emocional, en unos valores dignos y arraigados y en el saber dar y recibir amor. Un amor que no necesita demostración con obligados regalos desprovistos de significado.

Por mi parte, estas Navidades han sido las primeras en las que no he regalado nada a nadie. Miento: solamente a una persona, pero no por compromiso sino porque sabía que eso le gustaría, y lo habría hecho fuera Navidad o no. Quizá el secreto radique en eso, en regalar cuando nos nace y cuando algo nos dice que es lo más acertado. Los mejores regalos son los que nos hacen cuando menos lo esperamos.

Por cierto, nadie ha dejado de quererme por no recibir un regalo de mi parte.

2 comentaris:

  1. Estoy de acuerdo contigo. Lo sufro cada día.
    No he regalado nada ni me han regalado nada. No necesitaba nada, lo dije bien claro. ¿Para qué gastarse el dinero cuando es inútil?
    Eso sí, fui a las rebajas, y me compré unos pantalones que me sientan genial. Pero mi armario no estaba lleno, es una de esas cosas que suelo tener bastante vacía (no me gusta comprar ropa).
    Jaja

    ResponElimina
  2. em vaig adonar de tot açò quan un dia mon pare em va dir: "preferixes 1 amic que 3 jaquetes" i així és. Amb una jaqueta tinc prou i els amics són més valiosos. Mai se m'haguera ocurrit allò que em va dir mon pare. Serà perquè em coneix més que ningú.

    Núria.
    Gràcies per aquell regal... el vaig gaudir tant com vaig voler. Tant com es mereixia aquella ocasió.

    ResponElimina