dissabte, 27 de novembre del 2010

La biología de la creencia

No hace mucho tiempo me encontraba yo por los pasillos de la librería de El Corte Inglés en busca de una novela, titulada Soy un gato, cuya portada me había llamado mucho la atención en el FNAC. Después de mucho indagar por las estanterías de literatura extranjera y novedades conseguí encontrarla, pero no me la compré porque los 28 euros que cuesta pueden esperar a que acabe con La tía Julia y el escribidor, de Vargas Llosa, historia que llevo leyendo desde antes de verano y que aparto en pro de otras lecturas más en la línea de este blog.

Y como para la adquisición de literatura de autoayuda -prometo encontrar un término que suene mejor- no hay límites de precio ni montañas de libros en mi escritorio que valgan, al final salí de aquella librería con dos nuevas lecturas. La primera se titula En defensa de la felicidad y está escrita por el monje budista Mathieu Ricard. Ya llevaba tiempo queriendo leer algo de este tipo, cuya existencia conocí gracias a uno de los documentales de Redes, programa que está dirigido, como sabréis, por el científico divulgador Eduard Punset. El otro libro, del que quiero hablaros hoy, lleva el nombre de La biología de la creencia y su autor es el doctor Bruce H. Lipton, un biólogo estadounidense que, tras impartir clase de biología convencional en diversas facultades durante años, realizó un descubrimiento que hizo cambiar su visión respecto de la ciencia, los científicos, las creencias que tenemos las personas... y, en fin, sobre muchos temas más.

Ese descubrimiento, que Lipton explica en un lenguaje asequible para aquellos que, como yo, no entendemos demasiado de ciencia -todavía-, es a la vez sencillo y relevador: el cerebro de la célula es su membrana, y no el núcleo como todos los científicos habían supuesto hasta entonces -y, según lo que he extraído de este libro, es lo que aún suponen o, quizá, aún sostienen aun siendo conscientes de que no es así-. Como la membrana contiene proteínas y éstas cambian por influencia del entorno, Lipton expone mediante una serie de conexiones lo este hallazgo significa: nada más y nada menos que nuetro destino biológico no depende de los genes, sino del entorno. Así, con nuestra mente y con lo que sucede fuera de nuestro cuerpo podemos llegar a influir en nuestra genética, a moldearla, a cambiarla para nuestro beneficio.

Puesto que los receptores pueden percibir campos de energía, la idea de que tan sólo las moléculas físicas pueden tener efecto sobre la fisiología celular está desfasada. El comportamiento biológico puede ser controlado por fuerzas invisibles, entre las que se incluyen los pensamientos. (Bruce Lipton)

Sin duda, ésta una teoría que desafía la gran mayoría de dogmas científicos que conocemos hasta ahora. A su vez, da credibilidad a la medicina tradicional, oriental y alternativa (prácticas como el reiki, basada en los campos de energía, o como la acupuntura). Si con nuestros pensamientos podemos, incluso, influir en nuestra salud, ¿para qué sirven los médicos o las medicinas? ¿Silenciar e ignorar este descubrimiento es una estrategia de las farmacéuticas para seguir haciendo de la salud un negocio? Cuestiones como éstas se plantean en La biología de la creencia. Yo aquí no voy a contaros toda la película y a destaparos el pastel: si queréis saber más, el libro no es muy caro y yo puedo prestarlo a los interesados.

Utilizar las drogas recetadas para acallar los síntomas corporales nos permite desentendernos de cualquier relación que pudiéramos tener con el desencadenamiento de dichos síntomas. El uso excesivo de medicamentos nos proporciona un medio para deshacernos de la responsabilidad. (Bruce Lipton)

Lipton también habla de la necesidad de aunar la biología y la física cuántica, ciencia que trabaja con la energía que, según el autor, nos conforma a todos y a todo. También hace hincapié en la importancia de ser conscientes de nuestras creencias y pensamientos, ya que éstos influyen directamente sobre nuestra fisiología.

Muy interesante es la idea que expone sobre la formación de nuestros genes -que luego pueden ser modificados- durante nuestra estancia en el vientre materno y a lo largo de nuestros cuatro o cinco primeros años de vida. Según Lipton, los padres tienen una gran responsabilidad en cuanto a los pensamientos, creencias y comportamientos que desarrollan mientras sus hijos se crían, pues estos modelos son los que quedarán grabados en sus genes para siempre -a no ser que, de adultos, tomen conciencia de ellos y resuelvan variarlos-.

Los niños necesitan un ambiente favorable para activar los genes que les proporcionarán un desarrollo cerebral saludable. Los padres, según revelan los últimos estudios científicos, continúan actuando como ingenieros genéticos después incluso del nacimiento de su hijo. (Bruce Lipton)

Otro apunte que me pareció sorprendente es que, según esta nueva teoría, los niños adoptados no son como folios en blanco que los padres adoptivos pueden rellenar desde la primera línea. Estos niños llegan con creencias, información y vivencias que sus nuevos padres quizá nunca conozcan y que, muy probablemente, influirán en sus vidas. ¿Qué deberían hacer estos padres? Quizá sería mejor dejar este tema para otro día. Antes de cerrar la entrada de hoy, quisiera también dejar plasmado algo que ha dicho hoy mi profesora de Programación Neurolingüística (PNL), y es que hay estudios que demuestran que muchos niños de orfanato tienden a desvalorizarse -de pequeños o de mayores- más que los que han crecido con padres o tutores; suelen no sentirse bienvenidos ni merecedores de amor o de riqueza.

Ahí queda eso, que da para un largo debate y otras muchas más entradas.

4 comentaris:

  1. Pues te tomo la palabra. Espero que cuando termines el libro me lo dejes, parece interesante.

    Besitos

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  2. Una verdadera innovación para la ciencia tradicional, la verdad!
    Sé bastante poco sobre ciencia, pero estoy de acuerdo con muchas cosas de las que hablas en esta entrada..como por ejemplo, que con la mente y los pensamientos podemos controlar muchas cosas, como el dolor. Personalmente, creo que seríamos capaces de hacer muchísimas cosas a través de nuestra mente, pero que sencillamente, no sabemos cómo hacerlo...

    Hay bastante desinformación al respecto y creo que es bastante interesante tener un blog como éste tan cerquita para, poco a poco, descubrir más sobre el tema...

    Un beso enorme Irene!

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  3. Pongo el enlace de un interesante artículo de Eduard Punset que sostiene la teoría de Lipton:

    http://www.eduardpunset.es/185/general/los-genes-son-solo-una-parte-de-la-historia

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  4. eiii!! este es el libro que me decías! :D nonono, no sé io de qué va jaja si te lo lees me lo cuentas! o haces una entrada profunda si está muy muy interesante ! :D

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